Va larguito y viajero. Nada de toros.
Qué le voy a hacer si me tira el baloncesto.
Isla de Gorée.
Venga, también un poquito de fútbol en el mismo sitio. De la Isla de Gorée salieron millones de esclavos rumbo a América.
El
lago rosa. Aquí, mayormente, hay vendedores de todo tipo de artesanía. Aparte, claro, del famoso lago en el que terminaba el París-Dakar cuando Dakar estaba en Senegal. Ahora, según parece, cae por Argentina.
El transporte en Senegal es un pelín diferente de lo que solemos ver por aquí.
Algunos poblados situados en los caminos por los que más turismo pasa tienen una caja para donativos. Esta es la de
Lompoul.
La compra es un pelín distinta también. No me imagino yo el pescado por los suelos en el Mercadona. Esta es la lonja de
Saint-Louis.
Saint-Louis es una ciudad de aire colonial que en su momento debió de ser maravillosa (desde el punto de vista estético, del moral no hablo) y ahora le queda el encanto del esplendor pasado de sus edificios medio derruidos. La gente es, en general, amable y tratan muy bien a los "toubabs" (blancos). Como veis, allí también llega la eterna rivalidad. Les pirra el fútbol, en especial el francés y el español. Una parte importantísima de la población de Senegal viste a diario camisetas de los equipos europeos. Obviamente, son imitaciones que venden en todos los mercados. Ganan por goleada las camisetas del Barsa, aunque muchas llevan el nombre de Ronaldinho...
Uno no sabe lo que es la elegancia, o al menos cierto tipo de elegancia, hasta que no ha ido a Senegal. Sobre todo al norte. Las mujeres (y los hombres) tienen un porte especial. Todos parecen reyes. Ellas un poco más, la verdad.
Jejeje. A mí también me hicieron fotos.
Un pelícano tragón del Parque Natural de
Djoudj.
Y otro un poco más activo.
Ya os dije que el transporte es un poco especial. Más si se dirigen a una de las fiestas más importantes del año.
Touba. Ciudad Santa donde se encuentra la mezquita más grande de África occidental. Allí nos pilló por sorpresa la fiesta del Grand Magal, en la que se conmemora la vuelta del exilio de Cheik Amadou Bamba, un activo lider espiritual del principios del siglo XX que tuvo sus más y sus menos con los franceses (que fueron quienes lo exiliaron, claro). La ciudad entera (casi) es ahora de sus descendientes que siguen ejerciendo el liderazgo espiritual y económico de la ciudad. Son tremendamente importantes en Senegal. El retrato del patriarca de la dinastía decora muchas casas o tiendas del país. Allí, a pesar de que el radicalismo no parece un problema, la religión está muy presente. También la inversión de Arabia Saudí en asuntos religiosos.
La aglomeración de gente es tremenda. Durante un fin de semana, una ciudad de 400.000 habitantes acoge a casi 3.000.000 de personas. Eso, que aquí ya sería un caos, con las infraestructuras de allí es el acabose. Aún así, no te faltará quien te dé un plato de comida y te deje dormir en su casa (aunque sea en el suelo). La bebida, mejor, procúratela tú embotellada y bien sellada si no quieres que tu delicado estómago occidental sufra los ataques de los microbios senegaleses.
Un poquito de relax en
Kaolack después de tanta fiesta.
Kaolack es una ciudad feílla del centro de Senegal por la que se pasa para ir a casi todos los sitios. Tiene el mercado más grande de África occidental y también uno de los más guarros, tétricos y oscuros. La virgen, qué claustrofobia que daba pasear por sus callejones.
En el sur del país, en la región de Casamance, hay mayoría de cristianos. La gente como el paisaje son bastante diferentes. Tanto que durante muchos años ha habido un importante movimiento separatista armado que ha provocado que atravesando la región por carretera se vean cientos de soldados y puestos del ejercito. La foto es de la catedral de
Ziguinchor, capital de la región. En Casamance se habla diola aparte del francés. En el resto del país, wolof. Sí son diferentes, sí.
Si algo hay en Senegal son niños. Cada mujer tiene de media entre 6 y 7 niños. Como la poligamia está permitida para los musulmanes (90% de la población) hay familias para que el adjetivo "numerosa" se queda bastante corto. Son maravillosos, simpáticos, divertidos, juguetones y bastante educados. Piden caramelos, claro, que para eso somos turistas ("toubab tangal" = blanco, caramelo), pero luego casi siempre dan las gracias. Si no lo hacen, a veces alguna persona mayor se lo recuerda. Es curioso.
En Ziguinchor conviven los barcos tradicionales de los pescadores con otras embarcaciones menos africanas. Desde que el conflicto se tranquilizó el turismo ha llegado con fuerza. Normal, las playas son fabulosas, la vegetación exuberante y la gente encantadora.
Así se anuncian las sesiones de cine en
Oussouye y en muchos poblados de Senegal. El afortunado poseedor de un dvd programa la película, la anuncia y se junta la gente en su casa a verla. Más o menos como cuando aquí con la alternativa de El Cordobés.
¿He dicho que hay muchos niños? Estos dos eran de risa fácil.
Idi. El fotógrafo de Mloup (este poblado no sale en el Google Maps, pero está muy cerca de Oussouye). Tiene una EOS 5 desvencijada que le dio hace unos años un fotógrafo francés que ya no la usaba. Tuvimos una charla cordial en una jerga indescriptible.
En Mloup nos encontramos con una gran sorpresa, un festival de lucha senegalesa, el deporte nacional. No sabéis el espectáculo que se formó. Fue magnífico y, por lo visto, poco frecuente.
La lucha senegalesa tiene una vertiente absolutamente profesional y sus mejores luchadores ganan millones de CFA (1 euro = 650 CFA) por combate. Sin embargo, en los festivales de los pueblos, la cosa es una mezcla de deporte y carnaval. Se lucha por equipos y cada equipo lleva su clá que no para de animar y de hacer el payaso durante toda la jornada. Los "partidos" pueden ser largos. A veces, si hay luna llena, siguen hasta muy altas horas de la noche. Lo dicho, apasionante.
Otro poquito de fútbol. Esta vez en la isla de Carabane. Como se ve, unos chicos salían de la escuela y otros llevaban ya un rato dándole al balón. La isla de Carabane es una isla paradisiaca, pero paradisiaca de allí. El paraiso senegales se mide con otros parametros. El hotel, por ejemplo, sólo tiene luz de 7 a 12 de la noche, no hay agua caliente ni, por supuesto, televisor. Arañas de tamaño respetable en las habitaciones, sí. El pescado sí es verdaderamente paradisiaco, lo prometo.
Otra sorpresa. La Fundación Barraquer trabaja en Casamance desde hace cuatro años. Nos los encontramos un día comiendo y un par de días después pasamos una jornada de trabajo con ellos. No dejan de atender gente desde las 9 de la mañana hasta pasadas las 11 de la noche. Pasan consulta a unos 130 pacientes al día de los que operan a unos 15 o 20. Es emocionante verlos trabajar. A la cabeza está la doctora Elena Barraquer, que es el motor de todos por su entrega y por la alegría con la que trabaja sin levantarse de la silla de sol a sol.
Cap Skirring. Fin de fiesta en plan superturista en una playa estupenda. Después de 15 días intensos, nos vino bien.
Antes de coger el avión de vuelta, la puesta de sol y la mezquita de la playa de Ouakam de
Dakar nos regalaron esta postalita. Estos musulmanes saben donde construir sus mezquitas.
Naturalmente, hay muchas otras cosas en Senegal que son menos agradables. Esas las enseñaré cuando toque, pero hoy, recien llegado, prefería una visión más alegre de un viaje muy interesante. A los que os gusten estos destinos, os lo recomiendo de verdad.
