Y este post, también.
Llegó pronto y pasó mucho rato en la capilla. Pasó al túnel de cuadrillas escoltado por un guardia jurado. Eso no había hecho falta. En esos 10 metros que separan el patio del túnel oyó los primeros aplausos.
En el túnel actuó como siempre. Salió a hacerse la foto cuando lo más fácil, y los más normal, habría sido quedarse en el fondo y pedir un poco de calma.
Tuvo que pasar unos pocos tragos durante la tarde. Supongo que uno de los más duros fue el minuto de silencio. A este minuto le faltó poco, creo, para llegar a los sesenta segundos. Ya sabemos que los minutos de silencio en Las Ventas apenas pasan de los treinta segundos con frecuencia.
Naturalmente, brindó el toro a su padre (lástima de cemento).
Se sobrepuso a todo eso y le pegó pases a lo que le tocó en el sorteo.
La faena no fue el colmo de la exquisitez porque, para empezar, no había material, pero Uceda le estaba echando tela de casta.
Luego vino la cogida. Enseguida empezó a brotar la sangre del muslo. Se lo llevaban, se rebeló y después de remojarse un poco, enfriar la rabia y dejarse poner un torniquete, volvió, con un par, a la cara del toro.
Y ya que estaba allí, le recetó una estocada que la mayoría del escalafón en plenitud de facultades no ha logrado en toda su carrera (vale, esto es un poco exagerado).
Esperó a que el toro doblara y andando, con su vestido lleno de sangre, se fue a la enfermería.
La oreja la recogió Luis Miguel Campano, su ángel de la guarda de hoy. Desde que llegaron a la plaza no le quitó el ojo de encima.
Si todo esto lo llega a hacer otro, tenemos mañana portadas de periódicos, aperturas en los telediarios y especiales en los suplementos. Lo ha hecho un torero modesto y su torería, que la ha tenido, quedará para unos pocos. Qué se le va a hacer.
Cuando Uceda se metió en la enfermería se terminó la corrida y empezó otra cosa. Los toros del Puerto respondieron al prototipo de esa ganadería al milimetro. Con caja y pitones, mansearon y flojearon cuanto quisieron. Buscaron los espacios libres, barbearon tablas y acudieron a los engaños sin interés alguno.
Bolívar y Juan Bautista anduvieron por allí, con voluntad, pero sin decir nada. Ya lo siento, sobre todo por el primero, la verdad. Además, creo que se ha equivocado en su elección de ganaderías para la feria y aledaños (Carmen Segovia, Las Ramblas y Toros de Cortés). Me da que este torero necesita mucho toro para lucir y esos hierros no parecen, en principio, de los que procuran fuertes emociones.
Estoy seguro de que él y Luis Álvarez saben lo que hacen... pero no lo veo, no. Ojalá me equivoque.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Definitivamente los toreros estan hechos de otra pasta.Mucha suerte!!
Creo que ayer te vi en la Tele,no se me parecio que eras tu,jejeje
Ayer hubo un señor torero en la plaza el señor Uceda Leal puso el vello de punta a mas de uno
de lo demas decir que los toros del Puerto muy justitos muy saltarines,no me gustaron poco pudieron hacer los diestros con ellos.
Un abrazo
Personalmente...no creo que exageres tanto
Un saludo
Me gusto Uceda Leal ayer por todo lo que has dicho, además de por ser el unico que intentó torear esos bichos.
Torero fue.
Precioso, post, Manon.
Besos enormes.
Publicar un comentario