Ligeramente desenfocado (Editorial La Fábrica) es el título del relato autobiográfico de la experiencia de Robert Capa durante la segunda guerra mundial. Extraordinario. Resulta que no sólo era un pedazo de fotógrafo, sino que además fue un narrador brillante. El libro es crudo y divertido en fases alternas, aunque domina más lo segundo.
Últimamente estoy leyendo un montón de biografías de corresponsales de guerra (dos) y puedo asegurar que en media docena de páginas aleatorias de cualquiera de esos libros hay más alcóhol que en las obras completas de, por ejemplo, Bukowski. Basta la siguiente cita para comprobar lo importante que es la bebida en la vida del corresponsal de guerra:
Cherburgo era un puerto importante; además, todos los informes de inteligencia mencionaban que el cuartel alemán tenía en intendencia litros y litros de licores franceses requisados por la Wehrmatch. Por desgracia, los informes hablaban de una cantidad igualmente grande de armas de gran calibre.Primero, pues, la bebida y luego, en función de su cantidad, se evalúa la potencia de fuego del enemigo. Por supuesto, también hay balas sobre su cabeza, dolor y sangre, pero sobre esto no incide demasiado o, al menos, lo hace como sin darle importancia, como si fuera lo más normal del mundo (que debe de serlo, por otra parte, cuando vas a una guerra).
Me ha sorprendido que no se habla mucho de fotografía en ninguno de los dos libros que he leído ni en algunas otras experiencias previas con el género y la profesión. Da la sensación de que más que fotógrafos son contadores de historias a los que en el momento de decidir cómo hacerlo se les cayó una cámara de fotos en las manos en lugar de una máquina de escribir, que es más pesada. Apoya esta teoría que todos terminaron escribiendo libros más tarde.
Lo que sí dice es que después de algunas batallas especialmente cruentas, y en concreto después del desembarco de Normandía, se sentía incapaz de hacer fotos nuevas, distintas o mejores sobre la guerra de lo que había hecho hasta ese momento. No hace mucho hablaba con una gran fotógrafa y me decía, sobre la fotografía taurina en la plaza, que le parecía enormemente difícil hacer cosas nuevas, diferentes u originales. No puedo estar más de acuerdo. El (mi) empeño a veces me parece absurdo.
Muchos conoceréis los aspectos básicos de la vida de Capa (gran fotógrafo de guerra, fundador de Magnum, autor de la famosa foto del miliciano...). Lo que no sabréis la mayoría (yo tampoco lo sabía) es que estuvo liado con ¡Ingrid Bergman! Después de esto, convendremos todos en que este tipo fue un auténtico héroe. Escribía, además, la mar de bien. Si veis el libro y tenéis la tentación de comprarlo, sucumbid, por favor.
Disculpen ustedes esta digresión, pero es que lo he disfrutado mucho.
3 comentarios:
No puedo estar mas de acuerdo con todo lo que dices. Leer también a Christine Spengler, y a Lee Miller, es bucear en aguas muy profondas, vitales y mortiferas. Pero siempre con arte y gracia. Los corresponsales de guerra también son seres humanos libres.
Un beso.
¿Territorio comanche?
Bufff, ese lo leí hace muchos años. El otro que he leído recientemente es el de la fotógrafa que cita Josephine, Christine Spengler. Tremendo. Escrito con otro aire bastante lejano al humor. Mucha angustia, mucha.
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