Torería en Colmenar

Torería en Colmenar Viejo. En los tendidos estaba Frascuelo.

Un poco más abajo, en la arena, abría el cartel "El Juli", que anda como triste.

Entre que su lote (como toda la corrida de Montalvo) no le dio muchas alegrías, alguna rachilla de viento y que el público no lo trató demasiado bien, le puso el empeño justo. Hizo ver que aquello no valía, aguantó los pitos sin torcer el gesto y se fue. Cobraría lo correspondiente y a torear hoy en el siguiente pueblo.

Yo de esto no sé nada, y menos de mentes toreras, pero después de tantos años haciendo temporadas calcadas con escasas diferencias, igual lo que le hace falta es un reto que ponga a prueba su capacidad. Ya sabemos que es capaz de matar 100 iguales a ésta de forma decorosa. ¿Y si un año decidiera matar sólo 25 con ganaderías tipo Palha, Victorino, Miura y afines? Igual nos llevábamos una sorpresa agradable. Nosotros y él. No sé qué me da que no lo veremos.

Luego estaba "El Fandi", un atleta del segundo tercio que saltando a esa distancia todavía tiene precisión para clavar en lo negro. No debe de ser fácil.

Le pone tanta energía que parece que los quiere dejar fijos en el ruedo.

Y si no, los propios toros ya se encargan de clavarse. Tal es el pánico que suscita "El Fandi".

Lo del barrido con las banderillas sale regular. Esto es lo más digno que saqué. Seguiremos intentando.

Cortó una orejita y al pasar por el sector levantísco de la plaza, no más de seis personas alrededor del Rosco, les dedicó una amable sonrisa mientras algunos de ellos le dedicaban algunas palabras no tan amables. La oreja, hay que reconocerlo, se la trabajó una barbaridad. No fue un trabajo fino, pero irreprochable en cuanto a su esfuerzo desde el primer tercio.

Daniel Luque aparece en la foto un poco en plan pendenciero. Corre un rumor que dice que tiene cierta mala leche. Por mí como si se come a los niños crudos (ojo, es un decir). Mala leche es algo que, me temo, le falta a esto.

Sale a reventar cada plaza, tiene un valor tremendo, se queda muy quieto y en cuanto te descuidas tira la ayuda y se pone a torear al natural con la derecha. Esto ya lo hizo en Madrid, donde fue la única sorpresa de las dos ferias.

¿Resultado? Otra puerta grande colmenareña. Mientras él salía a hombros, yo padecía un hambre atroz. Creo que es del hueco que ha dejado mi afición porque el día anterior con pereracastella me pasó igual. Mi afición, pues, residía en el estómago. Curioso. Sobre todo porque hace años que no como ni pipas en los toros.

La tablilla de Colmenar resulta que es seguidora de aquella reforma ortográfica que propuso García Márquez. Antes de ayer un "Acendado" y ayer un "Concuvino".

Lo bueno de ir por ahí a los toros es que te encuentras con jóvenes aficionados que curan sus heridas de guerra con las piernecillas colgando en la barrera.

Y mientras ven las faenas sueñan con una grandeza que yo dudo que conozcan. Estoy tentado de escribir que ya no la van a conocer jamás, pero de momento prefiero no parecerme demasiado a mi abuelo, que repetía con frecuencia que desde Cagancho ya no hay toreros. Evidentemente, no estuvo en la famosa tarde de Almagro. También decía que con Di Estéfano se acabó el fútbol. Es obvio que no le dio tiempo a ver a Messi.