La primera oreja de la feria se la ha llevado Miguel Ángel Perera. Hay gente que dice que el toro era de dos, pero a mí me parece la leche de difícil cuantificar las orejas "cortables" de un toro.
Pero antes de llevarse la oreja, se llevó un revolcón que, por suerte, acabó bien y que, por suerte también, nos dio un fotón.
Remarco el "nos", porque el fotón no es sólo mío, esta la tenemos todos los que estábamos en un ángulo parecido.
Otro revolcón, el del banderillero Joselito Gutiérrez, que se levantó, no se miró y saludó montera en mano.
Lucieron mucho también Javier Ambel y Fernando Téllez. Hay que ver que ratos tan buenos nos dan los banderilleros y que poco se lo decimos.
¿Que por qué cortó Perera la oreja?
Pues por naturales como este. Hay gente a la que le gusta y gente a la que no. A mí, a ratos. Si el toro es como el de ayer, que se mueve y está encastado, Perera gana mucho. Si le llega a tocar el primero nos habría parecido un abusón.
Pero ese primero, tan noble, tan dulce, tan dócil, le tocó a Ángel Teruel, que no había pisado nunca el ruedo de Las Ventas. Y el chaval anduvo bien. Muy sobrio, templado y con gusto. Me encantó su forma de salir de la cara del toro. Sin aspavientos de más ni celebraciones futboleras. Un ejemplo a seguir.
Aquí en un buen trincherazo.
Castella entró, como acostumbra, muy serio, y se fue, en contra de su costumbre, sin trofeo alguno. Ni le tocó el lote ni él me pareció que estuviera muy lúcido.
Los ganaderos del día, los hermanos Lozano, que además recibieron una tonelada de homenajes.
¿El apoderado del día? Sin duda, Fernando Cepeda, aunque molaba mucho más pegando verónicas y naturales.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario