lunes, 12 de mayo de 2014
Pedro Iturralde y Ángel Otero
Desde antes del paseíllo estaba claro que Pedro Iturralde era el elegido de la tarde. Uno de ellos al menos.
Pedro siempre va así hacia su lugar en el ruedo, con la vara agarrada con elegancia y montando con orgullo, torería y la humildad necesaria para saber que cada día hay que darlo todo. Eso, lo de la humildad, la responsabilidad, se nota en el rostro.
Ayer su jefe le dejó largo al cuarto y él lo citó levantando la vara, sin hacer muchos aspavientos, dando el pecho del caballo.
El toro se arrancó con alegría, los aficionados bramaron también con la misma alegría, y Pedro Iturralde señaló el puyazo en el momento y el sitio preciso.
Después se agarró a la montura, pegó un puyazo medido y recibió la sonora ovación de un público agradecido al que le gustan los tres tercios.
Así dos veces.
Y qué decir de Ángel Otero, banderillero de oro que circula, sorprendentemente, por cuadrillas de toreros modestos. En su cara, como en la de Iturralde, la responsabilidad de estar bien una tarde más. Y eso, para él, es mucho.
Se encara con el toro, llama su atención. Se deja ver.
Se perfila y arranca para iniciar el cuarteo.
Junta los palos, se cuadra en la cara. Siempre. En el primer par.
Sin ventajas. En el segundo.
Y sale, si se puede, dándole el pecho, toreando, y andando despacio.
El final obligado es este. Ángel Otero saluda para recibir una ovación que es un enorme "gracias" por llenar de torería cada momento de la lidia.
P.D.: Hacía tiempo que no me salía una cosa así. Pero es que estos dos ayer lo hicieron muy bien. Y da gusto.
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1 comentario:
Llegará el día en que la lidia no será un negocio y por ello, dejará de existir. Lo sé. NO AL MALTRATO AL TORO.
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