Puerta Grande. Es el momentazo, la culminación de una tarde redonda. Los toreros lo han bordado y el público se lo ha pasado bien. Los aficionados no tanto, pero esa es otra guerra. Sólo un colectivo los apoya en sus protestas contra el desatino y la flojera de muñeca del presidente, que concede orejas sin parar. Los fotógrafos.
Para un fotógrafo la Puerta Grande de Las Ventas es peor que una hipoteca, la fiesta de cumpleaños del niño, una reunión de la comunidad de vecinos y el debate sobre el estado de la nación; todo junto.
Os lo cuento sobre la de El Juli del pasado 23 de mayo. El post va a salir larguillo, así que, si no os veis con ánimos, parad de leer ya.
Esta es la foto más normal de la Puerta Grande de Madrid. El fotógrafo que diga lo contrario, miente. Docenas de obstáculos se interponen entre tu cámara y el torero. En el encuadre suelen colarse los aparatos y las cabezas de los compañeros. El maestro tiende a estar catastróficamente fuera de foco. Son las primeras que ves cuando la marabunta se disipa y te quieres morir. “¿Para esto he aguantado la paliza? Nunca más vuelvo a salir a la Puerta Grande, lo juro”.
Antes todos hemos tirado esta para asegurarnos de tener a un tío en hombros, aunque sea dentro de la plaza. La lotería de fuera nunca se sabe qué te depara.
Como unos treinta disparos después del primero aparece la primera decente. Lástima ese flash que se cuela por abajo, pero eso es un mal menor y asumible. El torero está más o menos enfocado, se le ve la cara, las manos y hay plaza por detrás. Si a esas alturas conservabas todo tu equipo y la cartera, no se puede pedir más.
Si tienes suerte y te ha salido más de una con cierto foco, puedes hasta hacer esto. Yo uso el blanco y negro cuando me interesa realzar el gesto. El de El Juli es de felicidad extrema. Lástima el corte de la mano, pero ponte a mirar al disparar si te va a entrar entera o elimina la foto porque falta un poco del dedo meñique. ¡JA!
A veces pasan cosas raras en la Puerta Grande. Y a veces no quedan mal. A mí esta me gusta, tiene su gracia. Velocidad lenta de disparo + empujones = sorpresa.
Es una situación dura, que a casi ningún fotógrafo le gusta. A mí me encanta. Hay codazos, amagos de caídas, caídas, pérdidas de todo tipo de objetos (hasta los zapatos, ¿verdad, José Ramón?), pero es emocionante y supone un reto. El resultado final no depende de ti al 100%, pero es más difícil que sacar el derechazo y el natural, que es fácil y un poco rollo.
P.D.: He elegido esta para empezar porque, de verdad, jamás vi salir a un tío tan radiante como a este por la Puerta Grande. Todos salen felices, faltaría más, pero lo de El Juli era algo más, os lo prometo.
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