miércoles, 1 de junio de 2011

De la puertagrande de César Jiménez

Dos cosas:
  • Joer, cómo le costaba sonréir al torero. Parecía que lo mandaban a lidiar una de Miura y una de Palha a la vez en una plaza de carros. Hacia el final sonríe. Por fin.
  • Esto me parece bastante sensato. Puertas grandes como esta las ha habido (por desgracia) siempre.

1 comentario:

Alpada dijo...

Creo que la segunda cosa que comentas, es la consecuencia de la primera. De ahí la poca alegría en el gesto de César.
Hay toreros que están de vuelta en esto, y saben perfectamente el peso verdadero de una puerta grande.

Sin restar importancia a lo que hizo.
Saludos.