
Han vuelto los
saltillos en versión Moreno Silva.

Y los toreros los miraban desconfiados sin darse cuenta de que llevaban dentro una exquisita nobleza aderezada con las gotas justas de casta para que aquello no degenerará en un tonto baile de salón.

El de arriba es Ángel Luis Carmona. Le dieron un total de cinco avisos, cinco. El trío se lo llevó intentando matar al cuarto. Hay fotos de sus lágrimas, de gestos compungidos y de hundimiento total. He preferido poner esta. Hoy me ha dado por las "bonitas". Su lote no es que fuera de barrabases, es que este chico debería pensar seriamente si quiere (y puede) seguir en esto.

Antonio Chacón también oyó un par de avisos (yo estoy en que los avisos se oyen y no se escuchan; los medios insisten en lo contrario, ¿opiniones?) lidiando a su primero. Con el quinto, como empezó a intentar matarlo pronto, tuvo menos sorpresas. Para mí le tocó el novillo más interesante, el segundo, y no supo por dónde cogerlo. Otro que debería pensar, pensar, pensar...

Julio Parejo le cortó una oreja al tercero, un bomboncito manso que pegó un petardo en el caballo y se dejó dar mil o dos mil pases en el último tercio. El toro moderno o poco más. Parejo, que tiene mucho más oficio que sus compañeros, lo molió a naturales y derechazos. Como se ve en la foto, embarcó siempre con la panza (ejem...). Para el sexto no le llegó el oficio porque no era la mona y había que poner un poco más de cuidado y atención. Sufrió un par de sustos y se quedó sin Puerta Grande. El escaso público, más dulce que el tercero, le habría regalado la gloria sin problemas.

Por cierto, según fuentes bien informadas
el sujeto del artículo anterior aconsejó con tino al chaval y lo espoleó para que tuviera una gran actuación. Antaño supongo que se decía algo como "Vamos, chaval, hay que cortarles la orejas" o "Niño, de aquí hay que salir por aquella puerta". Ahora, sin embargo, las motivaciones son otras.
La frase que animó al novillero fue la siguiente: "Venga,
shaval, que ahí fuera está la plaza llena de tías buenas". El caso es que ahora que la escribo, estoy seguro de que esta frase o variantes próximas se han oído miles de veces en túneles de cuadrillas. Será que me llamó más la atención por la camisa.