lunes, 8 de octubre de 2007
Juan Bautista por la Puerta Grande
Aquí hay otra versión, más risueña, de este retrato. Él ya se olía el final.
Como este encaste, según los entendidos, "sale muy frío", con el capote apenas le vimos verónicas más que en los quites. Esta media debió de ser buena, pero todo lo que hizo con el percal fue dando la espalda a la mayoría de los retratistas. Falta un asesor de imagen que advierta a los toreros de esas cosas fundamentales: "Niño, cuando te salga una media buena, mira al pajarito". Podría también indicarle que dijera "patata" (como en el retrato alternativo), pero eso parece ya un poco exagerado.
Con la muleta sí que se despachó a gusto y hay fotos de su buen hacer en todos los ángulos. Se puede confirmar, además, que lo de decir "patata" no va con ellos. Corolario: para torear bien hay que ponerse feo como el demonio. Mirad si no con atención la cara de JB en este lance. Y no es, ni mucho menos, el que más feo se pone. Traeremos ejemplos.
Esta me gusta aunque la muleta va un poco rara. No faltará, estoy seguro, quien grite: "Piiiiiiiiiiico".
Y este fue el remate de la faena cuando el toro se sintió acobardado por la soba que le estaba pegando el francés, que lo toreó a placer.
Así acabó la tarde. La del torero. Los demás llevamos ya tres días pensando si se mereció una oreja, una y media o dos y cuarto. Yo me lo pasé bomba y en el momento le habría dado mi alma. Ahora creo que las dos orejas son justas y premio suficiente. No olvidemos que entró a matar recibiendo y la puso en todo lo alto. Sólo eso puede valer una. Si el resto de su labor no vale otra...
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2 comentarios:
Para mi si son dos orejas, y más cuando a Abellán sin hacer nada y de un bajonazo trasero le dieron una, con la misma media para Perera otra. Puestos a repartir, repartimos para todos.
Yo creo que no es cuestión de cuántas les dieron o dejaron de darles a los otros. Para mi JB estuvo bien, muy bien, y se las mereció. Perera si mata en lo alto (y no en el rabo) habría estado ahí. Creo que su faena tuvo bastante mérito. A Abellán se le regaló una oreja inexplicablemente.
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