Yo solía ir al apartado hace varios lustros y no éramos más de veinte personas interesadas. Después llegó la tele, empezaron a cobrar veinte duros y la cola daba dos vueltas a la plaza. Los toros dejaron de interesar y lo importante eran las cámaras y la cara que había que poner. Además, con suerte, te entrevistaban.
Desde ese momento dejé de ir, y ahora, por lo visto, las cosas se han vuelto a normalizar. A lo mejor vuelvo.
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Yo solía ir al apartado hace varios lustros y no éramos más de veinte personas interesadas. Después llegó la tele, empezaron a cobrar veinte duros y la cola daba dos vueltas a la plaza. Los toros dejaron de interesar y lo importante eran las cámaras y la cara que había que poner. Además, con suerte, te entrevistaban.
Desde ese momento dejé de ir, y ahora, por lo visto, las cosas se han vuelto a normalizar. A lo mejor vuelvo.
Un abrazo, Juan.
Marcelo
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