Los pablorromeros

Lo único que vimos ayer de los pablorromeros fue la estampa poderosa del número 47, Morito.

Lo demás, mucha mansedumbre, falta de casta y de fuerzas. Algunos medios han aprovechado para arrearle a través de esta corrida un estacazo a ese movimiento sedicioso y radical que denominan "torismo". Cada vez que una corrida que puede gustar a esos vándalos no funciona arremeten contra el movimiento entero y exigen su pronta expulsión de las plazas.

Por el contrario, cuando una de las corridas "no toristas" (nunca dejará de hacerme gracia este término) fracasa, que pasa un montón de veces, o no pasa un reconocimiento, que pasa otro buen montón, no se leen titulares tan gruesos. A mí de esto me surgen un par de dudas: qué interés tienen en que a todos nos guste sólo eso del arte excelso con los toros que "se dejan" y por qué le tienen tanta manía a un hierro como el de ayer que, a pesar de lo mal que parece estar, es legendario. Toda la vida apelando a los valores históricos de la tauromaquia para luego partirse el pecho por los garcigrandes y nuñezdelcuvillos antes que por los toros de Pablo Romero. De verdad, que como muchas otras cosas que pasaron ayer, no lo entiendo.

Y con los toros históricos anduvieron por allí tres toreros. Serafín Marín, que mató uno histórico y otro bastante bueno de Los Chospes.

Ignacio Garibay, que se llevó una cornada de caballo de ese Morito que nos recordó el pasado, por la estampa, de estos toros.

Hacía tiempo que no veía una cornada tan violenta en el sentido de que pareció que el toro tenía absolutamente claro el plan de ataque y lo ejecutó con destreza y rapidez singular. Cornadón seco que le partió el muslo en dos dejando un orificio de entrada y otro de salida.

A pesar de eso, el tío aguantó en pie, mató a su toro y se fue a la enfermería pensando que con la carne y los pitones de ese toro se hace una temporada completa de la monumental de México o la de todos los los que triunfaron aquí la semana pasada. Así son las cosas.

También estuvo Sergio Aguilar, torero que me desconcierta y que deseo que alguna vez demuestre todo lo que algunos creemos que tiene. Ayer, desde luego, no fue el día.

Yo no desepero. Creo que alguna vez veré enfrentarse a los mejores toreros con los toros más duros, no con los más dóciles, que me parece un sin sentido.