sábado, 30 de mayo de 2009
Vigésimo primera. Los adolfos.
Se lidiaron los adolfos con bastante poca fortuna. Flojos, sosos, sin casta.... Sólo el cuarto pareció algo.
Frascuelo fue recibido con una ovación. Luego no pudo con el cuarto.
Supongo que Rafaelillo iba con mucha ilusión a esta tarde. La de Adolfo en San Isidro es, en principio, un bombón.
Pues no. Sólo mató uno de Adolfo, bastante malo, y otro igual de inservible de Araúz de Robles. La putada para toreros como él es que ahora hay que esperar un año entero (otra vez) para subir algún peldaño.
Valverde está en una situación parecida. Como a Rafaelillo, las dos tardes de la feria no le han servido para nada.
Las almohadillas del ruedo no iban con él. Algunos las tirarían por los toros, otros, desmemoriados, por Frascuelo (ver larga cambiada). Serían esos que cuando acaba la feria desaparecen de la plaza.
Luis Carlos Aranda es un torerazo. Un loco de esto. Hoy volvió a brillar con los palos. Fue ovacionado, besó la montera y la alzó al cielo. Lo cuenta mejor Pablo.
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