"El mundial del toreo", capítulo I: un tostón.

Tiene huevos que tanto tiempo después de la invención original (debió de ser allá por los tiempos del Naranjito) todavía alguien siga titulando, año tras año, "El mundial del toreo". Original a tope, además de irreal. En el Mundial juegan algunas selecciones de poco nivel (cada vez menos). No prefiero preguntarme cuántos toreros de bajo nivel (con el mayor respeto, lo juro) y cuantas ganaderías de pésimo nivel, la primera Martelilla, "juegan" en San Isidro. Esto, sobre el papel, se parece más al torneo de la galleta que a un mundial de fútbol.

Eso que abre el artículo es una cosa, probablemente una foto, que salió por casualidad. Estaba cambiando el objetivo, no sé cómo le di a la rueda de los programas y pasó a un modo extraño que jamás he utilizado. A la vez, sin querer, lo prometo, ajusté la velocidad de obturación a 1/25 de segundo y, el colmo de las casualidades, cuando monté el objetivo disparé (sin querer también). Salió esto tal cual. Me hizo gracia. Prometo que no quiero colarlo como "arte", pero entre poner un toro de los que salió ayer y esto, me quedo con esto.

Antón Cortés se lo pensó mucho antes de salir. Después de la tarde de ayer deberá seguir pensando. ¿No?

Eduardo Gallo y Pablo Chopera, su apoderado.

Todas las parejas pasan crisis. Yo creo que esta se va a romper en breve.

Ambel Posada miraba al cielo, supongo que esperando que las nubes no sufrieran una repentina incontinencia. Pues no, no llovió, pero si lo hubiera hecho, al menos le habría venido bien al campo.

Conclusión: Si terminas un artículo de la primera de feria hablando del tiempo es que te lo has pasado bomba.